GRAVE INCIDENTE CON UN COMANDANTE DE IBERIA EN MALAGA

Transcurría el año 1972/1973, cuando mi función en el Catering de Acuña era la de Director de Coordinación.

El Supervisor en pista me llama por radio para decirme que vaya urgente al B-727 AGP/PAR. Cuando me personé en el avión me estaba esperando el comandante, que tras las presentaciones oportunas, me dijo que por favor le acompañara al galley delantero. Abrió el horno con muy malas maneras y acto seguido me dijo: "Estas comidas para tripulación son una mierda".

Puse cara de extrañeza, mientras le contestaba que yo no veía la mierda por ningún sitio; que probablemente él la detectó de inmediato por estar a costumbrado a ella y, que esas no eran formas entre personas educadas. Me ORDENÓ que me bajara inmediatamente de SU avión porque era un impertinente, a lo que le respondí que el único impertinente y mal educado que yo veía en SU avión era a su propio comandante. Continuó con su chulería y me dijo: bájese antes de que le pegue dos hostias. Siempre fui hombre de respuesta fácil y por ende le contesté que para pegarme a mi un par de hostias, aparte de Cuatro barras y Una estrella en cada hombrera, debía tener un par de cojones entre las piernas. Enfurecido y fuera de si me gritó !!que se vaya!!

Avisé a todo el equipo que estaba en las tareas de suministro del galley trasero, que interrumpieran el servicio, ya que el avión en cuestión saldría sin catering. Como pueden imaginar se armó la marimorena. En pista estaban el Jefe de turno, el Jefe de Escala y el Delegado, que dio la casualidad que andaba por el aeropuerto. Ante la insistencia de todos ellos en evitar males mayores, accedí con una sola condición: que bajara de SU avión y me pidiera públicas disculpas.

Así lo hizo finalmente mientras me decía, que estábamos todos muy nerviosos, que tal, y tal y que por mi culpa el avión saldría con retraso. Le espeté, yo no estoy nervioso para nada y usted debería de calmarse antes de asumir el riesgo de pilotar este avión. Pueden dar la voz de embarque en cinco minutos; los mismos que cumplimos con la puntualidad prometida.

Tanto el Delegado como el Jefe de escala hablaron con mi padre y Jefe pidiéndole que me dijera algo pero seriamente. Él les contestó: cierto, tengo que decirle algo, que OLE SUS COJONES y que jamás se deje avasallar por nadie. Fin del episodio sin anomalías, quejas formales ni nada parecido.


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